Casamassima es un municipio de la provincia de Bari, llamado el “país azul”. Las fachadas y puertas de sus casas, de hecho, desde hace siglos, están íntegramente pintadas en tonos celestes, celestes y azules que le confieren un encanto único, reconocido en todo el mundo. El origen del pueblo se remonta a la época romana, cuando el lugar estaba habitado por poblaciones de origen mesapio. A lo largo de los siglos, Casamassima ha sufrido el dominio de varias potencias, entre ellas los bizantinos, normandos y aragoneses, que han dejado una huella imborrable en su arquitectura y cultura.
Devoción a la Virgen
Las casas azules de Casamassima confieren al pueblo una atmósfera mágica e irreal, que parece surgir directamente de un sueño. Debido a esta característica, el pueblo ha sido comparado con otros lugares azules del mundo, como las ciudades de Jodhpur (India), Chefchaouen (Marruecos) y Safed (Israel). La elección de pintar los edificios y las paredes de azul se remonta a un acontecimiento divino ocurrido a mediados del siglo XVII.
En aquel momento, Italia fue azotada por una terrible epidemia de peste que, sin embargo, no llegó a Casamassima. La gente se enfermaba incluso a poca distancia, pero aquí no. La población atribuyó el prodigioso acontecimiento a la protección de la Virgen de Constantinopla, que habría salvado al país de la peste. En agradecimiento, el entonces duque Odoardo Vaaz ordenó al pueblo pintar el actual centro histórico con cal viva utilizando un color azul similar al del manto de la Virgen.
Casamassima y los símbolos de la tradición judía
A esta leyenda se suma una hipótesis reciente planteada por la arquitecta Marilina Pagliara. También está vinculado a motivaciones religiosas, pero tiene sus raíces en la tradición judía. Así como las ciudades de Jodhpur, Chefchaouen y Safed acogieron comunidades de judíos fugitivos, que utilizaban pintura azul para colorear sus casas, Casamassima - supone el arquitecto - también pudo haber acogido a una pequeña comunidad judía, identificada por el color azul de sus casas.
Volviendo a la historia del pequeño municipio de Apulia, existe realmente una conexión y está ligada a la figura de un judío sefardí: Miguel Vaaz de Andrade, considerado por muchos historiadores como uno de los principales comerciantes de cereales europeos, se refugió en Nápoles en 1580. Enriquecido, compró el feudo de Casamassima y casi con seguridad estableció una comunidad judía en el pueblo. La hipótesis se apoya en la presencia de una abertura redonda con una estrella de seis puntas en una casa del siglo XVII en el barrio de Scesciola y en otros símbolos judíos.
Un pueblo para visitar
Casamassima ha sabido conservar intactos su identidad y su encanto, que fascinan a artistas, pintores y turistas. Las calles estrechas y sinuosas del centro histórico conducen a acogedoras plazas y antiguos edificios de piedra que cuentan la historia del pueblo y sus tradiciones.
Una de las principales atracciones es la Iglesia Matriz de San Giovanni Battista, una verdadera joya de la arquitectura barroca que data del siglo XVIII. En su interior se pueden admirar frescos y obras de arte de gran valor, que dan testimonio de la devoción religiosa y artística de la comunidad local. Además, cerca del pueblo hay numerosos sitios de interés histórico y arqueológico, como las Cuevas de Castellana y los Trulli de Alberobello, ambos accesibles en pocos minutos en coche. Cualquiera que tenga la suerte de visitar este país quedará fascinado y embelesado por la magia que lo rodea.
(Foto: Pro loco Casamassima, página de Facebook)
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