El 13 de enero de 1910, la FIGC anunció el establecimiento de la Selección italiana de fútbol. Un equipo formado exclusivamente por jugadores italianos, capaz de hacer honor a los colores azules (aunque la primera camiseta fuera totalmente blanca). Pero a partir de 1920 también se empezó a convocar a jugadores que no eran 100% italianos. Estamos hablando de la Orígenes italianos, es decir, de esos jugadores de origen italiano, pero nacidos y criados en otros países. Y entre las naciones que han producido más orígenes, laArgentina y Brasil.
El primer origen italiano y el más caro
ermanno aebi fue el primer futbolista no italiano en vestir la camiseta azul. En realidad nació en Milán, pero pasó la mayor parte de su vida en Suiza. Fue convocado el 18 de enero de 1920 para jugar contra Francia, anotando un hat-trick. Su apodo era Signorina, pero solo porque tenía la elegancia de antaño en el campo.
Con un salto adelante nos llevamos a 1954. Ese año fue el debut de uno de los nativos más fuertes de la historia: Juan Alberto Schiaffino. Fue uno de los pocos que vistió dos camisetas de dos selecciones nacionales diferentes: Uruguay e Italia. Con los sudamericanos ganó un mundial en 1950, mientras que con Italia hizo poco o nada. Solo cuatro apariciones, generosamente pagadas además. De hecho, para jugar en la selección nacional, recibió alrededor de dos millones y medio de liras. No es un buen negocio. Sobre todo porque para llevarlo a Azzurro estaban cocidos y crudos: primero se le atribuyó un parentesco con un tatarabuelo de Portofino, luego uno con Simone Schiaffino, un leal Garibaldi. En definitiva, un lío inútil dado el aporte casi nulo a la causa azul. Sin embargo, con Uruguay y los diversos clubes era simplemente monstruoso, tanto que fue considerado uno de los mejores jugadores de la historia.
Los futbolistas ítalo-argentinos: una historia ganadora
Pero uno de los países que siempre ha producido orígenes es Argentina. El motivo es simple y lo abordamos hace unas semanas: esta es la segunda casa de los italianos. Más del 50% de la población argentina es de origen italiano, por lo que es fácil toparse con futbolistas con doble pasaporte. El primero fue emilio baldini que debutó en la selección nacional en los Juegos Olímpicos de Amberes en 1920. Nacido en Rosario, ocupó el cargo de centrocampista y pasó la mayor parte de su carrera en Bolonia, enamorándose de la ciudad emiliana.
Los primeros nativos italianos en levantar un trofeo con Italia fueron incluso cuatro: Luis Monti, Atilio José Demaria, Enrique Guaita e Raimundo Bibiani Orsi. Estos, junto con el italobrasileño Anfilogino Guarisí, ganaron la primera copa del mundo en 1934. De los veintidós convocados, cinco eran por tanto nativos. En su momento no fue bien recibido, pero en el momento de la victoria final todos cambiaron de opinión sobre la pasión y profesionalidad de la extranjero blues.
En cambio, el nativo italiano más famoso, al menos para esta generación, es sin duda Mauro Alemán Camoranesi. Nacido en Tandil, fue comprado por Verona en 2000 y en 2003, gracias a un ascendiente italiano, obtuvo la doble nacionalidad que le permitió ser convocado por el técnico italiano Giovanni Trapattoni. En poco tiempo se convirtió en uno de los puntos de referencia de la selección nacional, llegando al Mundial de 2006 con Marcello Lippi.
Los nativos de hoy
Italia cuenta actualmente con un gran número de futbolistas nativos en sus filas. Thiago Motta, Eder y los italo-argentinos Ledesma, Osvaldo, Cucharón e Esqueleto. Algunas de estas son apariciones regulares en Azzurro, mientras que otras tienen algunas apariciones. El último en llegar es, casualmente, otro argentino: Franco Damián Vázquez. El centrocampista del Sevilla, ex-Palermo, debutó con la selección de Conte en 2015. Finalmente, salvo sorpresas, debería debutar pronto. Emerson Palmieri, recién sacado de un pasaporte italiano y listo para usar la camisa azul.