Belén: el invento más italiano que existe. No tienes que ser devoto de San Francesco d'Assisi, ni a los practicantes católicos a reconocer que el pesebre es uno de los símbolos más inmediatos de la identidad italiana. Sí, fue "inventado" en 1223 a. Greccio San Francisco, que recientemente regresó de Tierra Santa y de Belén, quiso representar de manera tangible el relato evangélico de la natividad. A partir de ahí, a lo largo de los siglos, esta costumbre se ha ido incorporando a las ciudades y pueblos de Italia, Europa y el mundo entero.
Y no hace falta mencionar Nápoles para recordar cómo esta costumbre se diversifica y se ha convertido en parte de muchas identidades y ha recogido historias que fluyeron en los ríos de la historia italiana y europea. Y sí, el belén es sobre todo el símbolo de uno de los pasajes clave de la religión cristiana y particularmente católica: la Encarnación. La idea es que ese Dios que estaba en el cielo se hizo carne y se hizo un niño nacido en un pesebre.
Revolución en la historia de la humanidad
Pero saliendo del ámbito religioso, el pesebre es el símbolo de lo que Italia ha hecho lo que es: la familia. Esa antigua institución por la que un hombre es donna abandonan la soledad, deslumbrados o engañados por el amor, comienzan a vivir juntos y a construir un proyecto y terminan siendo muchas personas.
Una madre, un padre, un bebé recién nacido. En su esencialidad, esta imagen nos dice por qué existimos y por qué somos lo que somos.
Sin la familia, Italia no existiría, su identidad estaría incompleta, su sabor sería radicalmente diferente. Por eso los italianos deberían celebrar la Navidad con gran convicción y llenar los hogares de belenes: porque aunque no sean creyentes, en realidad se celebran a sí mismos y a su corazón más sincero.
Viva la familia. Viva la cuna. Y Feliz Navidad a todos.