Il fado
Para los que creen en el destino, que en portugués se dice Fado, mi historia te servirá.
Un trocito de papel que invitaba a seguir a mi equipo favorito en el extranjero y que noté por pura casualidad entre las mesas de una pizzería. Un viaje inesperado y absolutamente improbable con un amigo para ver un partido de fútbol. El descubrimiento de una ciudad en la que nunca había estado. Lo cual solo supe por los libros de Tabucchi y Saramago. Una noche decidimos salir a última hora para entrar en un bar muy concurrido. Elegido al azar entre mil otros. Una mesita que quedó libre cuando nos íbamos, ahora cansados de esperar. Dos chicas sonrientes frente a nosotros al otro lado de la mesa que estaban casi terminadas, y el resto que de alguna manera también se puede imaginar ...
Han pasado casi veinte años desde aquella noche de marzo. Una de esas niñas es la madre de mis 2 hijos. Y si ella no hubiera estado sentada en esa mesa, realmente creo que nunca hubiera escrito este artículo.
Unos años antes me había graduado en arquitectura. En ese momento estaba empezando a trabajar por mi cuenta, después de hacer unas prácticas en un estudio en Grosseto, donde nací.
La elección de irse
Un año después de ese viaje que cambió mi vida, con la maleta al hombro, tomé el avión de ida hacia lo que se ha convertido en mi ciudad en muy poco tiempo.
Diferente, encantador y acogedor. Estas son tres de las posibles palabras para describir Lisboa. Lo cual me acogió desde el principio ya que siempre ha acogido a todos, portugueses y no portugueses. Es decir, con esa calma y generosidad que caracteriza a los puertos marítimos. Siempre una encrucijada de personas e historias.
Nunca me he sentido extraño en esta ciudad de muchas almas. Ahora moderno y tecnológico, ahora popular y verdadero. Y que en esos años de fin de milenio también ofrecieron muchas oportunidades laborales, a arquitectos pero no solo.
Últimamente menos pródiga en cuanto a ofertas (la crisis se ha hecho sentir aquí ...) Lisboa no ha perdido en lo más mínimo su encanto, sigue viva y en continua transformación, montando recientemente un boom turístico que ha dado a muchos, incluido yo mismo, nuevas oportunidades laborales.
Hace tiempo que tengo la grata sensación de volver a casa cuando me subo al avión que me lleva de regreso a las orillas del Tajo, en esta ciudad que sigo visitando y descubriendo todos los días con la típica curiosidad de quienes no nací allí, y que al mismo tiempo me siento cada vez más mía, como si en realidad hubiera vivido aquí durante siglos, como si fuera mía Fado de alguna manera ya estaba escrito ...
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