Amor entre hombre y mujer: todo el mundo lo ha estado buscando, desde los tiempos de Adán y Eva. ¿Alguien lo ha encontrado alguna vez? Al leer nuestra literatura uno diría que sí. Pero hoy las cosas parecen haberse complicado especialmente. ¿Cuántas personas experimentan hoy el dolor de las separaciones y los divorcios? ¿Cuántos de ellos ya no creen en el amor?
¿Qué nos enseña nuestra literatura sobre el mundo donde el amor todavía funcionaba?
La emancipación femenina, la crisis de la identidad masculina y el colapso de la familia plantean muchas preguntas. El primero de los cuales es: ¿puede existir todavía el amor entre el hombre y la mujer? Italia siempre ha sido la patria del amor. Dante y Beatrice, amor cortés, Romeo y Julieta y todo lo demás le dan a los italianos una responsabilidad. La responsabilidad de llevar el amor entre el hombre y la mujer en la actualidad. ¿Qué nos enseña entonces nuestra literatura? ¿Qué nos muestra sobre el mundo donde el amor todavía funcionaba?
- Los amores literarios son todos extramatrimoniales. Dante y Beatrice, Laura y Petrarca, Paolo y Francesca. Todos enamorados y todos casados ... con otra persona. Si por amor entendemos la pasión carnal, la que se encierra en el horizonte de las emociones, la literatura nos enseña que existe, sí, pero solo fuera del matrimonio y por poco tiempo. Quizás esto debería hacernos preguntarnos qué queremos decir realmente con la palabra "amor": pasión, mariposas en el estómago, fuego ardiente o algo más delicado y discreto, silencioso y modesto. ¿Y cuál de los dos esperamos del matrimonio?
- El matrimonio tiene poco que ver con la pasión. Basta leer cualquier clásico para descubrir que el matrimonio es históricamente un contrato que hacen dos personas. Nos casamos para dirigir un negocio, la familia de hecho, basado no en besos y caricias, sino en intercambios de dinero y reparto de tareas. No en vano, matrimonio significa "mater munus", función, deber de la madre y va emparejado con "pater munus", que es patrimonio. El matrimonio era esencialmente un pacto mediante el cual un hombre garantizaba seguridad económica a una mujer, que se comprometía a tener y criar hijos. No el encuentro de dos cuerpos que persiguen el placer juntos. Por eso siempre han existido las figuras de amantes y "caballeros sirvientes" de Byron.
- Hombres y mujeres son diferentes. En la dinámica del amor literario siempre hay una disparidad: el hombre intenta vencer, la mujer hace todo para defenderse. Un hombre triunfó cuando venció, una mujer cuando resistió. Por eso, tradicionalmente se considera que un hombre tiene éxito si tiene muchas mujeres y la mujer al revés. Hoy parece todo lo contrario. Sin embargo, el resultado final no parece complacer a nadie.
- Amor significa sacrificio. Que sea la historia de Romeo e Giulietta o la del Promessi Sposi la indicación es la misma: el amor requiere un sacrificio. El mayor sacrificio: el de uno mismo y de todo lo que nos rodea. Pensamos bien si realmente nos hemos sacrificado en el amor antes de empezar a quejarnos del otro.
- Siempre hay lugar para el amor. A cada edad hay nuevos colores que el encuentro de hombres y mujeres puede descubrir. Desde los amores juveniles de Moccia hasta los ancianos de "El amor en la época del cólera" de García Márquez. Como adolescentes la pasión impulsa, como adultos razonan, como ancianos el afecto. ¿Podría ser el amor lo que hay debajo de todo este fluir?
Todo lo demás debe descubrirse de cerca.