En la década del 2000, en Paraguay, un pequeño equipo de barrio empezó a hablar de sí mismo. El "Club Tacuario" rápidamente llegó a la Serie A... y hasta jugó un campeonato con el gigante Olimpia, tres veces campeón de la Copa Libertadores. El presidente-entrenador-empresario Francisco Ocampo fue el autor de este auge. Y la construcción del Estadio Roberto Bettega. De hecho, fue su amistad con Bolígrafo blanco lo que le permitió cumplir el sueño de un escenario corporativo.
Érase una vez el Tacuary...
Todo comenzó cuando el abogado y empresario Francisco Ocampo, quien ya trabajaba en el mundo del fútbol, fue convocado por la Federación Paraguaya de Fútbol. La propuesta fue ayudar al crecimiento de las selecciones nacionales y mejorar la investigación y formación de jóvenes talentos, según los postulados de "Compañía de fútbol" que defendió Ocampo. En efecto, viajando por Europa, el técnico había conocido y estudiado el fenómeno del fútbol como negocio, entonces desconocido en Paraguay.
El trabajo en la Federación fue un éxito. En esos años la Albirrojas (rojiblanco) entró por derecho en la élite de selecciones importantes: llegó a cuartos de final en el Mundial de Sudáfrica 2010 y durante años estuvo en lo más alto de los amargos calores sudamericanos. En la Federación, la obra de Ocampo llamó la atención de la Libertad, club donde permaneció durante seis meses. Poco después, de hecho, lo contrató el Tacuary, al que dirigió a partir de la temporada 1994-95.
El 'Roberto Bettega' se hace realidad
"El Tacuary se quedó sin cabeza", cuenta Ocampo a italiani.it. “Me pidieron que lo condujera según el modelo fútbol-empresa, que era muy necesario en Paraguay. Los clubes, que contaban con pocos recursos económicos, necesitaban atraer emprendedores”. Obviamente se necesitaban planes de negocio atractivo... En esa época también entraba en el mundo del fútbol Horacio Cartes, un empresario multimillonario que luego sería Presidente de la República... que compró el Libertad, fundado por inmigrantes italianos, llevándolo a la gloria, como un guaraní Berlusconi . Ocampo asumió la dirección técnica, el proyecto de formación y la comercialización de las tarjetas de los jugadores de Tacuary. Y por fin... en 2002 llegó la Serie A.
Y entre los puntos de inflexión que decidieron el ascenso deportivo también hubo la construcción del estadio del club. En Latinoamérica, todos los equipos profesionales tienen el suyo. Tacuary tenía uno de los tiempos del amateurismo (antes de Ocampo), en su barrio. Con muy pocos asientos.
Francisco Ocampos y Roberto Bettega
“Convencí a mi familia y monté un campo de entrenamiento en uno de nuestros terrenos. Luego le puse un soporte.... Y cuando empecé a ver posibilidades serias de jugar en la Serie A, los ilusioné...". El estadio "Roberto Bettega" fue escenario de gloriosos campeonatos y partidos internacionales. El Tacuary jugó contra el Palmeiras, Cobreloa y, en el partido inaugural, ante River Plate, en presencia de Roberto Bettega en persona.
Pero, ¿cómo se conocieron Ocampo y Bettega? “Tenía una relación laboral con el actual presidente de nuestra Federación, Robert Harrison. En ese momento ya teníamos 'embajadores' paraguayos en selecciones europeas”, recuerda Ocampo. En una gira, el empresario conoció gol de Bobby, ahora ejecutivo en Juventus. Ocampo tiene una larga experiencia como representante de jugadores. “He vendido unas 200”, confirma.
Una amistad
Entre estos, el "bang" de Roque Santa Cruz en el Bayern, Julio González Ferreira al Vicenza, Hernán Pérez al Villareal y Brian Montenegro al West Ham.
De hecho, Ocampo lo "conoció" en los años 80 cuando Bettega fue a jugar a ventisca de toronto, un equipo que jugó en la máxima categoría de fútbol de los Estados Unidos. Era la época de los pioneros, en América… Los lectores no muy jóvenes recordarán la cosmos de esos años, con Pelé y Beckembabuer.
Ocampo recorrió los estadios en su rol de cazador de talentos y asesor ejecutivo. Le fascinaba el juego de Bettega, con la que se reencontraría personalmente años después, como colega. Ambos firmaron el traspaso de Tomás Guzmán a la Juve. Que luego también jugó en Ternana, Crotone, Messina y Piacenza. Nació una amistad que, de hecho, llevó a Bettega a contribuir en la construcción del estadio Tacuary, y a Ocampo a bautizarlo con el nombre de la “vieja gloria” de la Juventus.
El fin de la historia
El Bettega ahora es un depósito de contenedores... Sí, porque después de los años dorados, el Tacuary -por cierto, también la Juventus- ha bajado a la Serie B. Y aunque recién este año vuelve a estar en la máxima categoría, ahora el terreno del estadio que ha visto las hazañas ha sido vendido. Ocampo tuvo que salir por motivos de salud (ahora felizmente resuelto). Y terminó la historia del equipo de “Cenicienta”. Una hermosa historia, sea como sea. “De humilde club de barrio, Tacuary entró en el top 90 del ranking FIFA”, No sin orgullo subraya quién fue el entrenador y el entrenador. “Y jugó en un estadio con identidad”, concluye, “Donde él fue el protagonista. La gente todavía habla de eso...".
Foto principal: archistadia.it