primer plano en blanco y negro de Luciana Gallo

Mi nombre es Luciana. Tengo cincuenta años y me he pasado la mitad de ellos haciendo, de profesión, lo que soy hoy y siempre seré. Una enfermera.

Desde hace cuatro años trabajo en la ASP de Catanzaro, en el Servicio de Urgencias de Soveria Mannelli como coordinadora de enfermería. Antes de llegar a Soveria, trabajé durante muchos años en otros hospitales, incluido Turín. Un momento difícil para mí que me traslade a Piamonte, sobre todo en una época en la que no era tan habitual viajar. Dejar a todos mis seres queridos me costó, pero me adapté y trabajé muy duro. No escondo que volver a casa, en cuanto me lo dio el trabajo, me hizo regocijar. 

Paloma hoy el ejército cuenta poco, cuanto más importante es come Ejército. Curioso, ¿no? El término que usé esercito. Nunca como en los últimos meses, lo que hacemos, ha estado tan cerca de una batalla.

Siempre he querido ayudar a los enfermos y esto no solo es útil para mí, le da sentido al trabajo que hago y a mi vida. Me dediqué a mi carrera: maestrías, especializaciones, no tenía por qué escatimarme. Quería merecer mi propio respeto y estar orgulloso de mí mismo. Ahora que después de años de sacrificio me he convertido en coordinadora de la sala de emergencias, creo que puedo decir que estoy satisfecho.

En este periodo muchos nos han llamado héroes. No somos. Es una palabra que no me gusta. Una palabra que se usa a la ligera, Italia tiene sótanos llenos de héroes, coronados y luego olvidados y dejados allí para acumular polvo. Somos gente normal en el trabajo, ese trabajo sobre el que debe basarse nuestra República. Somos profesionales de la salud y cuidamos a los enfermos, pero ante todo somos seres humanos.

Y hoy somos humanos desorientados. Nunca en veinticinco años de carrera había tenido que enfrentarme a algo así. Y tuve miedo. Mi mayor temor ha sido y sigue siendo el de no poder aguantar. Miedo a no poder soportar el hecho de tener que lidiar con la muerte todos los días. Es inhumano. Y deshumanizante.

No sé qué nos espera mañana, tenemos que ir día a día. Lo que sí sé es que si seguimos unidos y concentrados podremos volver a respirar. Mientras tanto, debemos aceptar que nuestros hábitos cambian. Mis colegas y yo somos los primeros en saberlo y seguimos aislándonos. Durante meses he vivido solo, lejos de mis seres queridos, para proteger a mi familia. Pero como hace muchos años, cuando vivía en Turín y sabía que volvería a casa, incluso ahora estoy seguro de que volveré. Lo sé. Yo, como todos nosotros, volveré a casa. Y nos regocijaremos. 

"Iremos a casa y nos regocijaremos". Luciana, enfermera última edición: 2020-06-06T13:00:00+02:00 da Redacción

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