"Un consejo precioso, que he seguido, aunque extraño a mi país y por eso trato de llevar la música italiana al mundo".
También en América, la noticia de la desaparición de Maurizio Costanzo, ocurrida el 24 de febrero, llegó dejando a todos incrédulos. Son muchos los artistas italianos que viven hoy en el Nuevo Continente, pero pocos han tenido el privilegio de ser invitados a las transmisiones de este "gigante de la televisión". Entre ellos, el tenor pop ítalo-estadounidense Jonathan Cilia Faro quien actualmente vive en Nashville, Tennessee pero cuya ascendencia es siciliana. Un artista que, a día de hoy, sigue llevando la música italiana por todo el mundo y que cuenta con colaboraciones con artistas internacionales de la talla de Alan Parsons, Donny Most, Marc Martel, por citar algunos ejemplos.
¿Cuándo data su relación con Maurizio Costanzo?
Hacia 2006. Había regresado a Italia desde Canadá con motivo del nacimiento de mi hijo. En ese momento Maurizio Costanzo estaba realizando un programa titulado "Buon Pomeriggio" en el que abordaba temas muy delicados, entre ellos el de la violencia contra los niños.
Me contactó la redacción porque tiempo antes les había escrito una carta en la que les enviaba mi testimonio al respecto.
¿Qué recuerda especialmente de esa reunión?
Lo que me llamó la atención fue que me dejó entrar a su camerino unos diez minutos antes de subir al escenario, porque quería conocerme mejor. Siempre me llamó lei. Me miró con esos ojos penetrantes y curiosos suyos. Me hizo muchas preguntas sobre mis orígenes y el hecho de que me había ido de Italia. Le expresé todo mi amor por mi país y mi voluntad de hacer carrera. Con aire algo resignado me dijo: “Sabe Jonathan, que no hay meritocracia en Italia”.
¿Preguntó o recibió algún consejo de Maurizio Costanzo en aquella ocasión?
Ante su respuesta, me tomé la libertad de decirle: “¡Pero ella ha ayudado a tanta gente!”. Y él muy modestamente y con voz débil dijo: “Sí, pero lo único que puedo hacer es permitir que ella cuente su historia en mi programa, todo lo demás es el destino”.
¿Es cierto que fue ella quien le regaló una tortuga en aquella ocasión?
Sí, al saber que le encantaban las tortugas, aunque un poco tímidamente, le regalé una que había traído expresamente de Canadá. Lo aceptó con gusto pero también con un poco de asombro me preguntó por qué. Le dije con franqueza que había aprendido de su pasión y que, dando importancia a las relaciones humanas, me parecía bonito rendirle homenaje de esta forma. Entonces le señalé que a los 14 años había conocido a Maria De Filippi y que fue ella quien me empujó a regresar a Canadá, ya que mi familia vivía allí.
¿Cómo terminó este encuentro?
Con una última provocación. La entrevista entre Maurizio y yo en realidad duró más de 10 minutos, varias veces su asistente vino a instarle que se había acabado el tiempo. Recuerdo que en esa ocasión estuvo muy atento a cada detalle, quería conocer muchos aspectos de mi vida privada. Le asombraba que a tan corta edad hubiera decidido cantar el género lírico y la música de inspiración religiosa. Había adivinado que este hombre no solo tenía mucha experiencia, sino la capacidad de "ir más allá", tenía una visión mucho más clara que muchos de sus colegas de lo que podía interesar al público. Creo que ahí entendí que el periodismo, pero también la relación con el público, era una verdadera misión para él. Y una vez más lo provoqué preguntándole: “Pero, ¿por qué traes lo sagrado y lo profano en la televisión, en el mismo escenario?” y me contestó que ese era el retrato de la empresa y que por eso era importante darles a ambos aspectos la misma oportunidad de expresarse. Luego agregó que, en realidad, el público tendría que elegir entre el "bien" y el "mal". En definitiva, fue un encuentro que llevo en el corazón y que tengo atesorado.
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