Entre las muchas tradiciones del pasado, una es desconocida para la mayoría. Estamos hablando de la fabarie, estrechamente relacionado con el Calende. Y, como su nombre indica, también en FAVE.
¿Qué eran los Fabarie?
En la antigüedad, el primer día de cada mes, los romanos realizaban rituales precisos. Vamos a hablar acerca de Calenda, un acto durante el cual los ciudadanos ofrecieron frijoles a los dioses como señal de buena suerte. Con la llegada de junio, el Calende cambió su nombre y se convirtió en Fabarie. ¿La diferencia? Durante la Fabarie, los frijoles ofrecidos estaban recién salidos de los campos. La gente los arrojó cerca de los templos y estatuas de los dioses, esperando suerte y buena fertilidad de los campos
¿Por qué exactamente las habas?
Desde los antiguos griegos y luego llegando a los romanos, la FAVE son los protagonistas de varias leyendas. De alimentos prohibidos e intocables, pasaron luego a ser un alimento ineludible durante las fiestas. Cuenta la historia que se les consideraba importantes solo el primer día del mes, mientras que el resto de los días se les consideraba un alimento impuro. Los frijoles, de hecho, según antiguas creencias representaban la muerte. Así lo demostraban las ceremonias fúnebres, con la legumbre que “acompañaba” al difunto en su último viaje. Fue solo con el paso de los siglos que ganaron importancia. Durante la Edad Media, de hecho, las habas eran las protagonistas de las fiestas en las que los rey de la tarde. Estaban escondidos dentro de unos pasteles y luego se servían a los invitados. El afortunado que conseguía el postre con la legumbre dentro se convertía en el "rey", y se ganaba el derecho a bailar con una "reina".
Pensando en las alubias hoy en día, alimento estrella de la tradición romana durante siglos, es difícil pensar cómo en su día este alimento fue temido y despreciado. Afortunadamente, son muy populares, en particular en combinaciones con pecorino o tocino crujiente. Sin embargo, la forma más popular de probar los frijoles es la clásica, es decir probar con una pizca de sal recién pelada.