Para la mayoría Pomponesco trae a la mente "Don Camilo". Después de todo, es precisamente aquí donde se rodó la película de 1983, protagonizada por Terence Hill. Un vínculo, el del lugar y el actor, que el pueblo ha decidido formalizar. ¿Igual que? Proclamando a Terence Hill como su ciudadano honorario. Lo hizo el pasado 7 de agosto, antes de la excepcional proyección de “Don Camillo” en los lugares donde se rodó la película. En ese pueblo donde el actor ha vivido durante mucho tiempo, residiendo con su familia en el hotel Il Leone, para dirigir la película y asumir el papel del inolvidable sacerdote. No solo eso: Terence Hill también se ha convertido en embajador luadel, un producto típico del país, redescubierto por el restaurante de Cavalier Saltini y propuesto hoy en una versión revisitada por la panadería Il Cesto. "Podría volver para hacer otra película”Confesó Mario Girotti, recibiendo una placa conmemorativa de manos del alcalde. Y haciendo soñar a los habitantes del pueblo.
Pomponesco, la historia
La historia de Pomponesco comienza de lejos, y su nombre también lo sugiere: Pomponesco deriva de hecho de la familia romana Pompea, que vivió aquí. Fue en el siglo I después de Cristo, cuando los romanos llegaron a esas tierras ya habitadas por los etruscos, como lo demuestra el sarcófago de Pompea de diecinueve años encontrado en el pueblo y conservado hoy en día en el Palacio Ducal de Mantua. Posteriormente, Pomponesco pasó a manos de los monjes benedictinos de Leno, Este y Gonzaga. Cuando murió Ludovico II Gonzaga, lo heredaron los Gonzagas de Gazzuolo y Bozzolo quienes, en la persona de Giulio Cesare Gonzaga, quisieron construir un "ciudad ideal". Así, Julio César se trasladó al castillo hexagonal y rediseñó el urbanismo, acuñó su propia moneda y el pueblo se convirtió en condado. Inicialmente habitada por agricultores, cordeleros y curtidores, cuando terminó la dominación Gonzaga, llegaron numerosas familias judías atraídas por el comercio de cereales y ganado y el tráfico fluvial.
Que ver en el pueblo
A Pomponesco hay una plaza, tan sugerente que muchos directores -desde Mario Soldati hasta Bernardo Bertolucci- han optado por inmortalizarla. Plaza XXIII Abril, así se llama, tiene el mismo aspecto que tenía en el siglo XVII, con aquellos edificios porticados que en su día albergaron a los cortesanos (su construcción está fechada entre 1590 y 1630). Pero si los techos de madera se han mantenido prácticamente en todas partes, los frescos son visibles hoy solo en el hotel que da a la plaza. Entre los otros edificios que dan a la plaza, el Ayuntamiento y Iglesia archipiélago de Santa Felicita y los Siete Mártires Hermanos. El cual, fechado en 1339, fue realmente renovado entre 1829 y 1831 (desde el terraplén se puede ver la estructura original de la fachada). También vale la pena ver Palacio Cantoni, con el pequeño Cementerio judío donde descansa Alberto Cantoni, y el teatro del 900. Luego, los amantes de las dos ruedas pueden aprovechar para cabalgar por el El carril bici del Po.
Después de una visita a Pomponesco, es posible sentarse en una de las trattorias locales para disfrutar de un plato de cappelletti en caldo, con un relleno a base de estofado de ternera, o Tortelli de calabaza de Mantua con macarrones y membrillo mostaza. ¿El producto para llevar a casa? los luadel, el llamado "pan plano de los pobres", un pan a base de hojaldre para acompañar embutidos y quesos.
Foto destacada tomada de la página de Facebook de Golene Golose (foto A. Miti)
¡Bonito lugar!
Como.