Soy Benedetta. He estado viviendo con Simone durante casi dos años. Es panadero y también ha continuado trabajando con el Coronavirus. Yo, por otro lado, soy un educador de jardín de infantes.
Por primera vez me quedé en casa. Luego vino la Fase Dos. E incluso si los jardines de infancia permanecían cerrados, me las arreglaba. Volví a trabajar como niñera. En cierto modo, volví a lo básico. Empecé así hace quince años. Así es como me enganché a los niños.
Siempre quise hacer este trabajo. Ahora estoy estudiando para ser maestra de jardín de infantes y primaria. Lecciones en video en Skype, correo. La forma en que interactuamos ha cambiado, pero mi objetivo sigue siendo el mismo.
Trabajar con niños me llena el corazón. Incluso si con el frenesí de estos tiempos ya no podemos percibir ciertas cosas. Estar con ellos es redescubrir el asombro por las pequeñas cosas. Todos lo necesitamos. Especialmente en estos momentos.
Me he estado perdiendo todo esto en este período. Me sentí privado de una parte de mí. Recuerdo un período similar para mí hace un año. Mi contrato de asilo no se renovó después de tres años. Para mí fue la pérdida de todo. Echaba de menos la rutina, el trabajo. Y la apatía comenzó a infiltrarse. Las mismas percepciones que tenía cuando comenzó la cuarentena. Pero solo aprovechando esa experiencia decidí reaccionar y planificar mis días. Y así me salvé de la sensación de perplejidad. Pero el miedo permaneció.
Miedo a tener que volver a la fase inicial sobre todo, solo que ahora estoy empezando a respirar de nuevo. Y luego me temo que dentro de un tiempo mi abuela, si sigo sin verla, no me recordará, porque está enferma de Alzheimer.
En cambio, no le tengo miedo a la oscuridad ni a enfrentarla. Esta oscuridad, por dentro y por fuera, que nos ha impedido vernos y comprendernos en los últimos meses. Sé que tengo las energías adecuadas para afrontarlo.
Tampoco tengo miedo de entregarme y dar amor, y hacerlo cuanto antes. Porque si hay algo que nos ha quedado muy claro estos días es que no somos eternos. No dejemos lo bueno dentro esperando para usarlo quién sabe cuándo. El tiempo es ahora. Nuestro tiempo.
Así que deseo que todos mis amigos y familiares, yo mismo, estemos agradecidos por lo que tenemos. Para encontrar lo que buscamos. Sentir amor y compasión por todos, comenzando por nosotros mismos.