Hoy queremos contaros una historia que os conmueva el corazón, un gesto de solidaridad que abraza a Italia. Es la historia de una niña que se convirtió en gesto sencillo, pero extraordinario. Un acto que nos recuerda el poder del amor y del compartir. Un viaje a través de la bondad. La historia de Carolina, la pequeña que renuncia a los regalos de comunión para ayudar a quienes más lo necesitan.
Una niña renuncia a los regalos de comunión
Bajo el cálido sol de Salento, una historia de generosidad e inclusión se desarrolla entre las calles del centro histórico de Lecce. Aquí es donde Carolina, una bambina de 10 años, hizo un gesto que conmovió los corazones de todos.
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Durante su primera comunión, en lugar de aceptar los tradicionales regalos y favores, Carolina eligió un camino diferente, un camino de altruismo y compasión.
Con una dulce sonrisa y ojos llenos de determinación, decidió donar el dinero a iniciativas caritativas, haciéndose eco de su deseo de compartir su momento especial con quienes más lo necesitan.
La heladería Defriscu
El foco de esta historia es el Heladería Defriscu, un oasis de esperanza en el corazón de Lecce, donde jóvenes con El síndrome de Down, unidos por la asociación de promoción social "Possiamo", crean un helado que va más allá del simple sabor.
Es un helado que trae consigo la mensaje de inclusión, de redención social y felicidad. Y es aquí, entre los dulces aromas y colores de la heladería, donde Carolina encontró su inspiración.
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Su corazón conectó inmediatamente con el proyecto de inclusión llevado a cabo por Fundación Comunitaria Salento vía 'Defriscu'. Vio más allá del sabor del helado, vio vidas transformadas, sonrisas devueltas a los rostros y decidió hacer su parte para contribuir a esta maravillosa causa.
Con ternura y firmeza, la pequeña renuncia a sus regalos de primera comunión y expresa su deseo de destinar esos fondos a actividades de apoyo de la heladería social.
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